El ascenso del hombre con las Revoluciones productivas.

La humanidad ha viajado a través de múltiples experiencias. Las más significativas son aquellas que le producen innumerables avances en su desarrollo del aprendizaje y las que transforman sus modos de vivir con aumento de su calidad de vida. Revisar dicho viaje en términos de lo que ocurre en cuanto a descubrimientos e inventos, conduce a comprender la educación necesaria para el transcurso del ser humano actual.

La primera gran transformación ocurre cuando el homo sapiens se desprende de las cavernas, se aleja de ellas y se aventura en largos recorridos nómadas; establece algunas zonas estacionales, según que sea invierno, verano o temperaturas más propicias para este viaje. En forma algo “accidental”, la mujer descubre que en algunas de las estaciones van naciendo plantas se las semillas que se van dejando atrás, al moverse para el siguiente lugar. Así descubren que los lugares más propicios para vivir mejor son las orillas de los ríos. Se inicia el proceso de construir viviendas, domesticar animales e implantar, metódicamente, semillas en terrenos previamente preparados con el fin de cosechar alimentos y consumirlos junto a los animales criados, también con el objetivo de ser previsiones a futuro. Este es el enorme cambio de nómadas a sedentarios que trae la construcción de las primeras ciudades, las formas institucionalizadas de autoridades, es decir, el Estado conducido por los líderes más capaces, que se conoce como la revolución agrícola.

La educación en esta época era transmitida en forma oral y consistía en preparar al individuo para cazar, pescar, cosechar y prepararse para la lucha contra otros pueblos pues tenían que defender sus mujeres, hijos y pequeñas propiedades personales. El proceso educativo se transforma cuando surge la escritura cuneiforme, con la que se inicia la forma de escribir la historia y procedimientos de administración estatales, necesarias para las elites de caciques y sacerdotes, ya arraigados en dichas sociedades.

Desde esos tiempos las sociedades humanas demoran bastante para visionar y producir cambios significativos en los procesos productivos. Son necesarios sucesos milenarios como toda la etapa esclavista, durante la cual surgen civilizaciones como la griega, romana y toda la sucesión de imperios y reinados durante la etapa feudal o medieval. Esta se acerca a su fin con la ilustración y el impetuoso avance de descubrimientos geográficos como el de América, que conducen, en su conjunto, al nacimiento de las ciencias física, química, astronomía y la enorme depuración y cualificación matemática. Con estos elementos y profundas transformaciones sociopolíticas en Inglaterra, hacia finales del siglo XVII e inicios del XVIII, se producen descubrimientos e inventos trascendentales, de tal magnitud que revolucionan todas las capacidades productivas en diversos campos industriales y se producen, a partir de allí las llamadas revoluciones industriales, graficadas así:

Es así como la humanidad conoce transformaciones que mejoran la vida y se encadenan para introducir, cada tanto tiempo, nuevas renovaciones como las que aquí se ven: 

Invención de la hiladora Jenny por el carpintero Richard Hargreaves en 1769; Creación de la máquina a vapor por el ingeniero mecánico escocés James Watt durante 1787; máquinas estas que, por su eficiencia y rapidez en la producción de telas y el diseño de motores para diversos medios de transporte, dieron lugar a la primera revolución industrial. 

Pero más tarde, en 1856, el ingeniero metalúrgico británico Henry Bessemer diseñó una máquina que contribuyó en gran medida a la producción masiva del acero durante más de cien años. Con este invento se inicia y propaga la segunda revolución industrial, pues siguen los desarrollos de los motores a gasolina y Diesel, inventados por los ingenieros Nikolaus Otto, el primero y Rudolf Diesel el segundo, en el año de 1867. Hacia finales del siglo XIX, en 1879, surge una figura descollante en muchos sentidos, Tomas Alva Edison, quien como autodidacta e investigador dedicado y resiliente produce inventos como la bombilla eléctrica, el telégrafo, la electricidad y el fonógrafo, amén de muchos más, pues aparece con 1063 patentes a su nombre.

De ahí lo que sigue es un desarrollo exponencial de conocimientos, descubrimientos e inventos inimaginables en las épocas anteriores: nuevos materiales y elementos de la tabla periódica de elementos en la química y la física, y preponderantemente los circuitos electrónicos que van a impulsar innumerables nuevas herramientas para uso cotidiano en la vida humana, así como el uso de lenguajes de programación que permiten, conjuntamente con lo electrónico, este avance exponencial de muchísimas nuevas posibilidades para la calidad de vida social, política y económica.

Como se ve en la gráfica, hemos llegado a dos nuevas fronteras de la ciencia y los desarrollos de conocimiento: La I A y el genoma humano, que implican investigar y aplicar con determinación en los campos de saber respectivos. Como se dice en uno de los programas difusores de nuevos saberes y avances económicos sociales de nuestra actualidad:

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Ya estamos en esta nueva Revolución industrial, la de la I A, y ello nos obliga a quienes estamos en el mundo educativo, tanto padres de familia como docentes y estudiantes a introducirnos en ella, no desconocerla, mucho menos no aprovecharla, sino al contrario, convivir con este avance en los mejores términos, es decir, aprender con ella y a partir de sus contribuciones. Por eso es tan pertinente transformar las formas tradicionales que hemos mantenido en las Instituciones Educativas en relación con las áreas de ciencias naturales, matemáticas e inglés y, fundamentalmente, con el área de Tecnología e informática. Es la hora de enseñarles a nuestros estudiantes lenguajes de programación, aplicaciones y herramientas para introducirlos en estos conocimientos, fundamentales hoy, pero, sobre todo, inmensamente necesarios en su futuro inmediato.

 La invitación, entonces, es a romper paradigmas tradicionales y meternos de lleno en el futuro del mundo que está en la I A, ¡que se va a sumar a todas las áreas del conocimiento humano!

Rubén Darío Orozco P.

Rector Colegio Anglo Español.

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