Rectoría

¡Cuidemos nuestro pasillo estrecho!

  • Nov 05, 2024
  • Por: Rubén Darío Orozco Palacio
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Ante la proximidad de elecciones en EE. UU. donde se define entre la denominada vía “Progresista” Demócrata y las tesis de la Derecha republicana, “conservadurista” y tradicionalista; además, en vista de la experiencia que los colombianos hemos aprendido de nuestro vecino, Venezuela, y los dos amargos años que lleva el actual gobierno de Petro, es pertinente, entonces, hacer algunas reflexiones apoyadas en las ideas de Acemoğlu y Robinson, en su libro: “El pasillo estrecho”.

Este excelente texto, explica muy gráficamente, las formas de fragilidad y agotamiento con las que se identifican a las “Democracias” débiles, o inexistentes, y contrasta con la Democracia verdadera, como el único camino fuerte hacia la libertad. Describen, con tal fin, las características presentes en países como Congo y Nigeria durante la década del 90 pasado, en donde la vida humana era horrible porque allí se padecía UN ESTADO AUSENTE, es decir, faltaba una entidad con la fuerza de garantizar servicios y seguridad a sus gentes. También traen a colación el caso del viejo Oeste norteamericano, en la segunda mitad del Siglo XIX, cuando en Cheyenne todo habitante andaba con el revolver al cinto y en consecuencia suceden desbordados números de crímenes, semejantes a los del Congo y Nigeria, por el Estado ausente, entonces se aplica la “Jaula de normas” que son las soluciones que aplican las sociedades sin Estado, basándose solo en reglas de convivencia, entre estrictas y discriminatorias. Sin embargo, en este caso recurren a la solución de los pistoleros para imponer el orden. El problema se convirtió en que estos se imponían, sin control a su propio arbitrio. Surge allí la necesidad de “Encadenar a los tejanos”, para ambientar en el libro la función del Estado, pero ENCADENADO, que es el que finalmente distingue a los EE.UU.

Los señalados casos son utilizados en el libro, para plantear que es absolutamente inconveniente para una sociedad, sufrir un Estado ausente, pero igualmente perjudicial es la permanencia de un Estado despótico, como el que hoy tienen Siria, o Venezuela y las dictaduras de Cuba y Nicaragua, por ejemplo. Quienes conocemos la forma violenta como los socialistas reemplazaron el Estado liberal, aunque dictatorial, en Cuba y la manera, bastante engañosa, como el Chavismo se tomó y destruyó las Instituciones en Venezuela, al igual que Ortega haciendo lo propio en Nicaragua, tenemos que darles la razón en este sentido a Acemoğlu y Robinson.

Por otra parte, los colombianos hemos sido testigos de primer orden sobre los métodos y procedimientos truculentos como el mal llamado “Progresismo” petrista se empeña en desmoronar las Instituciones, el sistema de salud, la organización de las pensiones, los avances de la Infraestructura y, lo más grave aún, los cimientos de la seguridad y sana convivencia, diluyendo las cúpulas de las Fuerzas Armadas y entregándole toda clase de privilegios a delincuentes y organizaciones violentas de todo tipo. Es indudable la intención de este gobierno, de cooptar las distintas ramas del poder público: la Legislativa, Judicial, y demás organismos como Contraloría, Fiscalía, Colpensiones, Ecopetrol, y un largo etcétera. ¿Con que fin apunta a esta toma hostil del Estado? Para que se implante uno a su amaño y tamaño, a su gusto, al estilo sastre, que se nos convierta en ESTADO DESPOTICO.

Con tales parámetros, los de “El pasillo estrecho” y nuestra experiencia vivida, podemos pensar y afirmar que las elecciones en el país del Norte son cruciales para ellos y para el mundo, por todo lo que se encuentra en juego. Con el agravante que serán una especie de “Cara y sello”, por el empate técnico indicado por las encuestas, en tal elección. Sin embargo, hay que señalar que nuestros países son muy diferentes a los EE.UU. en lo que se refiere a las formas y técnicas electorales, al avance y fortaleza de Instituciones y al poderío económico y social. Es decir, ellos tienen modos mejores e Instituciones que les permiten correr este riesgo, cosas de las que nosotros carecemos, analicemos:

Mientras ellos gozan de un Estado encadenado, es decir, con grandes controles sociales y judiciales por la independencia de su Justicia, los controles nuestros, así como la Justicia que tenemos son débiles, casi inexistentes por ser una sociedad poco representada y organizada, amén de tener una Justicia lenta y prácticamente inefectiva por los enormes niveles de impunidad que mantenemos; nosotros nos acercamos a caer en un Estado inexistente, en lo atinente a Justicia y seguridad, así como en la provisión oportuna de servicios, agravado por la trayectoria dañina del actual régimen petrista. Pareciera que en lo que se ha especializado, al presentarse ante nosotros, es en sus grandísimos niveles de corrupción, nepotismo, trafico de influencias y en aumentos desmesurados de impuestos, con un ataque permanente a los empresarios, impulsores de la inversión de capitales.

Sí en Colombia dejamos avanzar esta tendencia destructora del estado, hasta llegar a uno AUSENTE, o DESPOTICO, el gran riesgo que todos corremos es la perdida de nuestra Democracia, por ende, nuestra Libertad. En consecuencia, tenemos que cuidar y fortalecer nuestra corta y frágil trayectoria por EL PASILLO ESTRECHO, ¡que no es sino permanecer en DEMOCRACIA Y LIBERTAD! 

El mecanismo está en nuestras manos: elegir políticos cuyas trayectoria y ejecutoria hubieren pasado por un profundo respeto a la Constitución Nacional, que sean impolutos en cuanto al manejo de los recursos públicos, que demuestren una genuina voluntad de servicio y, ante todo, demuestren firmeza y carácter para manejar y controlar los problemas acuciantes de seguridad pública y el cáncer de la corrupción, presente en casi todos los niveles del Estado colombiano, que trasiega débilmente, y tal vez efímeramente, por el pasillo estrecho que describen Acemoğlu y Robinson. 

Rubén Darío Orozco P

Rector Anglo Español